"Cuenten con nosotros"

Proyecto de Cátedra de la cátedra Lenguaje Visual 3 - Fac. Bellas Artes. La Plata

Thursday, April 28, 2011

De mano en mano.




Algunos dicen que mis antecesores son chinos; pasados muchos años, en

1835, llegué a Europa, a Alemania más precisamente. Allí un tal Hermann Ulgh

me tuvo entre sus manos e hizo mi cuerpo más liviano y maleable. Su idea

era reemplazar conmigo al pesado órgano de las iglesias y difundir música

sacra en las plazas. No tuvo éxito, y pasé a las manos artesanas de Hernrich

Band, un cariñoso luthier que dibujó y moldeó mis pulmones: entonces, sí fui

mejor aceptado. Es en honor a Band que comenzaron a llamarme bandunion,

maldoleon, bandonion y finalmente bandoneón.

Durante la guerra europea los alemanes empobrecidos dejaron su país en pos

de América, de la que llegaban promesas de pan y trabajo. A ellos acompañé

y en sus manos viajé.

Desembarqué en los arrabales porteños, sur de la Ciudad de Buenos Aires,

todo olía a malevaje, cuchillos, mujeres de malavida. Una noche acompañé a

dos alemanes al cafetín de Malamuerte.. Ellos pasaron los límites del alcohol

y como pago pasé a las manos del dueño del bar; absorto y desconcertado

me exhibió cual pieza de museo hasta que un negro africano, un tal Sebastián,

que me había visto y escuchado en el puerto, me tocó. Sus manos me

acariciaron. Me llenó de aire y comencé a volar. Mis pulmones emitían sones

extraños para mí y con el tiempo supe que esas notas aladas eran del tango.

Tango. Mientras los hombres esperaban a sus señoritas en los burdeles los

acompañé y ví como se trenzaban en ese baile exótico. El tango se enamoró

de mí y yo de él. Liturgia, música africana, puterío y arrabal. Me encandilé con

lo porteño y los porteños conmigo. A veces no necesito que me acompañe una

orquesta: yo sólo encierro la orquesta. Nadie sabía nada de mí. Nadie. Poco a

poco de mano en mano descubrí y descubrieron lo que yo llevaba dentro. Me

moví y me dejé ser movido. De mano en mano, siempre. Mi vida se rodeó de

prodigiosos, brillantes: Troilo, Leopoldo Federico, Piazzolla,

Algunos me apodaron el fuelle, pero en realidad ya soy bien porteño y me 

dicen el fueye. Fui aclamado y aplaudido.

Ya tengo ficha de identidad. Aquel titubeante comienzo explotó en éxito.

¿Existirán los éxitos y los fracasos? Ahora también femeninas manos suavizan

mis acordes. Otros me escriben poemas y melodías. Hasta me asignaron un

día propio, el 11 de julio, día del Bandoneón.

Y aquí sigo de mano en mano, mano a mano con el tango.

Silvana Bonacci

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