"Cuenten con nosotros"

Proyecto de Cátedra de la cátedra Lenguaje Visual 3 - Fac. Bellas Artes. La Plata

Thursday, April 12, 2012

Canción de cuna para un ángel




Levantate Juana
y encendé la vela
y mirá quien anda
por las escaleras.
Son los angelitos
que andan de carrera
despertando al niño
para ir a la escuela...
(canción de cuna)

Corretean por el cementerio, entre las tumbas, y espían aquellas en las que el paso del tiempo fue dejando a la vista despojos de muerte: restos de pelos, jirones de mortaja, flores secas o podridas en floreros sucios. Más no saben porque la valentía no da para tanto y salen corriendo. Es uno de los juegos preferidos que ella comparte con sus hermanos más grandes cuando su madre los lleva de visita. A veces, cuando ha habido un entierro reciente, roban las flores nuevas de las coronas y las ponen en esas tumbas abandonadas y despintadas en las que el olvido brota junto con los yuyos que las invaden.
–Pobre muerto –dicen. –Nadie lo visita. Vamos a darle una alegría. -Y lo llenan de gladiolos, calas, rosas y ramitas de helecho.
Y nuevamente corren, y se empujan y se ríen con risas que rasgan el manto de soledad y tristeza que envuelve el cementerio. Los hermanos se alejan. Hay veces que le hacen esto como broma. Corren más rápido que ella dejándola sola, desorientada, pero antes de que se asuste demasiado, aparecen y todos se ríen nuevamente. Pero ahora los ve alejarse y perderse detrás de la última fila de álamos.
 Las cruces y las lápidas la superan en altura. Recorre los caminos entre las tumbas como si transitara por un laberinto. Se cansa de correr, sus hermanos ya hace rato que no se ven. Está sola. Empieza a tener miedo cuando escucha, lejano, un canto. Es una canción de cuna que ella conoce. Se deja guiar por esa voz que canta hasta llegar a una tumba blanca donde una mujer de ojos tristes acomoda un ramo de rosas tan pálidas como sus manos. Su carita se ilumina. -Mamá, acá estoy. -Pero su mamá no la oye, tampoco la ve; sigue acomodando las flores sobre el mármol frío y, acariciando la foto de la niña que hay en la lápida, continúa cantando.
La canción la envuelve. Ya no tiene miedo. Una lágrima que no moja le recorre la cara. Se recuesta en el regazo de su madre, que sin verla la acuna, y sueña que juega con sus hermanos en el cementerio.

                                                              Moira

La otredad del gato



Un día el gato se despertó cansado de ser gato. Salió con lenta parsimonia al jardín y oyendo el canto de los benteveos quiso ser un pájaro. Sus finos pelos tranquilamente podrían pasar por plumas y afinando un poco, el miau podía llegar a ser un canto. Dos golondrinas se le acercaron desconfiadas, pero viendo que hablaba en serio, intentaron ayudarle a volar sosteniéndolo con sus picos de las orejas. El gato se aguantó el tirón y logró levantar vuelo, pero se dio cuenta de que volar le producía un mareo tremendo. Por eso ni bien aterrizó decidió ser perro. Y allá se fue al cerco, a ladrar a todo el que pasaba, poniendo especial énfasis en el cartero, como corresponde a un buen perro. Pero se cansó de ladrar y pensó en ser un ratón, lo cual descartó enseguida ya que uno no puede transformarse en su comida preferida porque corre el riesgo de morderse una pata o la cola en el menor descuido. Entonces pensó y pensó en algo que le gustara realmente mucho y se acordó de la siesta en el sillón. Y fue gato. 

 Moira Russo

Ese lunes



  
Ese lunes habré tomado, a ver… creo que fue el tren de las cinco y setenda y dos. Sí, porque era verde con lunares blancos.
Como tengo abono mensual, no tuve que sacar pasaje. Subí y me acomodé antes de que arrancara. Aunque igual, a ese tren se puede subir y bajar en movimiento y no está prohibido sacar la cabeza por la ventanilla ni apoyarse en las puertas del lado del andén.
Yo iba eligiendo y, como cada lunes, me bajé en la estación que más me gustó. Y busqué un kiosco en el andén.  Lo encontré. Vendían chicles de batata, alfajores de dulce de cardo, turrón de choclo, garrapiñadas de cuero, qué sé yo. Al final me llevé una bolsita de plumas merengadas, de lo más esponjosas. Y salí de la estación y empecé a recorrer.
Por suerte, las veredas se podían navegar sin inconvenientes y pude ver que algunos árboles todavía usaban pantalón corto y que casi todos los semáforos necesitaban una afeitada urgente. En las vidrieras se podían plantar hélices de aviones, pero en los jardines no, porque justo estaban floreciendo los fideos.
Me puse a sacarle fotos al plumero ilustre de la plaza principal, cuando empezaron a llover papas fritas de diferente grosor.
Por suerte, una señora me invitó a entrar en su casa hasta que parara un poco. Yo la reconocí enseguida por el color de las uñas: era la madre de mi amiga Paulita, así que acepté.
Entramos esquivando papas fritas, cuando ¿qué veo? A Paulita llorando vinagre.

-¡Van a venir los Inspectores de Aves Cluecas!- moqueaba- ¡Nos van a echar del país!

Yo no entendía por qué y no entendí hasta que Paulita me llevó a su cuarto. Abrió la puerta de la mesita de luz y ¿qué había?... una gallina bataraza. Y ¿qué le habían nacido?.. seis pollitos.
La madre se puso a llorar jugo de limón.

-¡¡Cómo pollitos!! ¿No habrá estado empollando huevos, no?

-Ssssí…- se avergonzó Paulita- Le puse seis…

Ah, la tuvimos que retar entre la madre y yo.

-¡Sos un desastre! ¡Un desastre! Si le ponés seis huevos, ¿qué pretendés que le nazcan, a ver?

A Paulita le dio otro ataque de llorar vinagre y la madre lloraba lechuga amarga.
En eso, el timbre.
Corrimos a espiar por la ventana. ¡Y eran los Inspectores de Aves Cluecas!
La madre se secó con un repasador las lágrimas amargas de lechuga y los fue a atender. Les sirvió jugo de triciclo con bocaditos de corcho en almíbar para darnos tiempo.
Había que encontrar una solución muy rápida y ¡ya está!
Convencimos a la tortuga de agua para que se hiciera cargo de los seis pollitos y, en el nido de la gallina acomodamos:

*Una naranja celeste.
*Un jarrón chino.
*Un casco de astronauta.
*Dos saleros.
*Y una sandía chica.

La gallina se echó justo a tiempo porque los Inspectores, mascando el último corcho, entraron a inspeccionar. Todo en regla: sellos, fecha, firma y chau.
A la media hora nacieron: un canario flauta, un sapo violeta, un ciervo, dos pantuflas y un bombero voluntario.
A Paulita y a su madre las condecoró el Municipio y me lo estaban agradeciendo con lágrimas de extracto de vainilla, cuando vi que perdía el tren. Tuve que correr para alcanzar el de las veintisiete y treinta y dos.
Desde la ventanilla las saludé con el pañuelito de arena movediza que me había bordado la mamá de Paulita. Con hilos de corazón de alcaucil lo había bordado. Y de un color tirando a silbidito pálido.
Hermoso, la verdad. Hermoso color.

                                                                      
Iris Rivera

El biguá después de la tormenta



Al pájaro biguá le gustaba ir todas las tardes a los estanques que se formaban cerca del río porque había unas nenúfares hermosas que estaban en el medio del agua. Cuando las veía pensaba en una chica llena de plumas negras.
Los nenúfares estaban en un espacio grandísimo y en la costa se veían margaritas, rosales llenos de colores. Además, vivía una familia de biguás pichones. Era un río inmenso que cuando llovía se desbordaba el agua hacia la costa. Una de esas veces, un biguá chiquitito quedó debajo del agua revuelto. Y la corriente lo arrastró perdiéndose de sus padres. Tres días estuvieron sin encontrarlo. Pasaron frío y sentían mucha tristeza. El pichoncito estaba tirado entre medio de una piedras grandotas. Se había quedado atrapado en ese lugar. Cuando lo encontraron sus padres hicieron un esfuerzo muy grande. Hicieron de todo pero no habían logrado nada. El pichón se quejaba, se lo escuchaba entre las piedras. En un momento el padre tuvo una idea que funcionó: era necesario sacar barro acumulado en la roca. Eso era. Lo demás se haría con el pico.
Así se reencontraron con el biguá.
Las nenúfares estaban más relucientes ahora; siempre los pájaros biguás iban a verlas y todos, después de la tormenta, se quedaban ilusionados.

Maria Ariza

El níspero



Un día de madrugada fui al patio a ver mi planta favorita. Mi planta había crecido muy grande. Y pensé que era hora de ponerle un nombre, pero… no se me ocurría nada. Busque en la compu la historia de esa planta, anoté mucha información. Estudie, estudie y estudie. Aprendí bastante y después me dije: es muy parecida a un níspero, así que lo llamaré Níspero. El níspero necesita mucha mucha agua. Y en el barrio la mayoría de las veces el agua era poca. Tenía que ahorrar agua para que el níspero no pasara sed. Era lo más importante. El níspero necesitaba agua.
Una señora, que venía pensando en estas cosas hace tiempo, averiguó que en otros sitios también faltaba el agua. No era el único lugar mi barrio sino que en otros países enteros el agua era poca. Aunque en otros abundaba el agua y abundaban otras cosas. En este país en cambio, no había agua pero tampoco había comida, ni ropa, ni nada. Parecía que no existía este país en el que está mi barrio y el níspero. Y como si fuera poco hasta los tubos que traían el agua también estaban rotos. Todo el trabajo ahora estaba puesto en ahorrar el agua e ir cargándola en los baldes, porque el patio era un desierto. Era triste ver el desierto en el patio; mi planta se estaba marchitando y otras plantas se estaba marchitando, por lo menos unas diez o quince plantas de la cuadra necesitaban agua. Hacía calor, el patio era un desierto, la escases del agua, muchísima. ¿Qué hacer? Era hora de preguntarse qué hacer con la falta de agua. Si no tenemos agua el Níspero se muere –me dije- y así empezamos un poco uno a uno mis amigas, mis las mamás de mis amigas con otras plantas o con los animales que tenían en la casa, los vecinos de la vuelta; los de la otra cuadra; había que ahorrar agua, arreglar los tubos, era una tarea que empezamos a hacer todos.
Llevó un largo tiempo. Y mucha gente haciendo lo mismo. Una, dos, tres, cuatro, trescientas, miles de mi barrio y otros barrios.
 Le grité a mi mamá cuando abrí la canilla y vi caer el agua.
¡Hay agua! ¡Hay agua! dije- ¡Agua para mi Níspero! El Níspero sobrevivirá.
Llevó unas semanas. Le puse agua y vi cómo empezaron a brotar ramitas con espinas.

Nicole Lisarbe (9 años)

Sueño

     
En las vacaciones de invierno fui a Córdoba a una región que se llama La cumbrecita.
Conocí muchos lugares. Muchos lindos. Pero ahora viene la parte aterradora.
En Córdoba visité un hotel abandonado que se llamaba El Eden. Estaba desierto. Tuve una cita guiada por el hotel de noche, estaba todo oscuro, solo escuchaba la voz de mi papá de mi mamá de todos los que estaban conmigo y de los ruidos que lanzaban las chapas. Eran ruidos muy escandalosos. Todos nos paralizamos del miedo. Además nos mostraron un video que empezaba con cantos gregorianos. Que son unos cantos que se usan en la iglesia particularmente. Y en ese video nos contaron todas las leyendas del hotel abandonado. Tuve mucho miedo. Casi toda una semana después estuve soñando que se abría la puerta de mi habitación y que aparecía como una especie de bárbaro germano; la verdad no se que hacía ese personaje en un sueño así, estaba vinculado con otra cosa. Ese fue mi sueño.

Alejo Martochi (11 años)

ABCCHDEFGHIJKLLLMNÑOPQRSTUVWXYZ


La A es una caprichosa
siempre quiere estar primera...
¿Porqué la dejan todas estar adelante?

Yo soy argentina -dice la A-
Argentina y un poco loca de remate.
Amante, arriesgada, atolondrada
¿Cómo no voy a ir delante?


La B es una bombonaza embarazada.
Está por parir mellizos en la misma bombonera,
Blanda, bolita, bochinchera
Bajo la hinchada de boca que vocifera:
“dale b” “dale b” “dale b”
Ponga “b” que acá no pasa nada..!!
Y bla bla.

La C es una curva,
No le gustan ni los rectos, ni los derechos.
Los más civilizados la usan de casita,
y los otros como una cueva.

El corazón le queda chico,
Tiene un carácter tierno y colorido.
Pero a veces le aflora un defecto:
cotorrea y cotorrea.


La CH está en peligro de extinción.
Es posible que a las chicharras de La Plata
les agarre una chifladura.

¡Me voy a China! –dice la ch-
Ni chistes nos dejan hacer...


La D descansa toda la semana.
Para ella todos los días son domingo.
Dice estar desocupada pero desea
que eso no dure para siempre.
Es delegada de todas las “D”
Es dispuesta y nadie duda de ella.




La E quiere ser una extravagante.
Le encantan los espectáculos,
los espejos,
los estudios de la televisión.

La F fantasea todo el día.
Dice que ve fantasmas...
¿No tendrá fiebre?

La G gusta de la O, que es un varón.
Y gira la cabeza para verlo.
A veces se pone gafas, guantes, gargantillas.
Una vez le dijo guau,
pero se confundió.


La H escucha, toca, huele, ve y habla.
No le falta ninguno de los sentidos.
Algunos hombres la miran,
porque es hermosa.

La I está tan delgada que ha empezado un tratamiento para engordar.
¡Es impresionante como come!

La J se hizo un juramento:
-“¡Esta vida se ha hecho para jugar!”
Un juguete de la estantería la saluda
con entusiasmo.

La K es la difícil,
Usa un kimono para ir al kiosco.
Más de uno se le ríe en la cara,
pero ella es feliz a su manera.


La L se vuelve loba en noches
de luna llena.

La LL la acompaña y aú...lla.

La M vive en la cima de una montaña.
Es ermitaña y mística.
Miente un poco.
Masca chicle porque la altura la marea.




La N es suave, serena, equilibrada.
No se sabe de qué planeta proviene.
Es rara.
No llora, no tiene frío, no se queja,
no necesita muchas cosas:
una nave y una naranja.


La Ñ va a bailar a peñas folklóricas.
Es nocturna.
En la mañana sueña y por las tardes se pone un moño.

La O es un señor. O un círculo. O un ojo.
O un obrero.
Es oscuro y claro. Alegre y serio.
A veces odioso, otras ocurrente.
Dirige una orquesta.
Organiza una olla popular.
    
La P pregunta. Es filósofa.
¿Porqué?
¿Para qué?

Piensa. Permanece. Pelea.
Con los años se ha vuelto pícara.
Y es un poco vieja Piscacha.

La Q es amiga de las cucarachas.
Tiene cola de ratón.

La R pisa fuerte. Se ríe. 

Y además…
Ramón
Rogelio
Rafael,
Ricardo
Ruben
Romina
Rosario
Rebeca
Rocío
Rita y Raulito
Juegan al Ring Raje..!




La S no tiene sombra,
es puro sol.

Si sus sueños son salvajes
Salgamos de viaje...


La T es trombonista, trompetista y trapecista,
Además de tocar el instrumento
más rebelde que es el tambor.

¿Porque?  
  

La V es amiga de la N
Van de la mano.
Pero la V es una indecisa
Va y viene..,
Va y viene...

Vos ves “V”
INVASION EXTRATERRESTRE?

La “W” aparece a menudo borrachita.
Se marea escuchando a un grupo de rock
que se llama Patricio Rey y sus redonditos W.
Cuando viaja en colectivo de larga distancia
los escucha con sus walkman.

La “X” sinceramente es exitosa, famosa,
todos exclaman que su ex-novio era un reconocido sex-simbol.

La “Y” quiere ser yo, ¿Hoy?


Me zumban las orejas con el zorro piporro,
ese,
que fue a llevarle cuentos al rey.

Zonzo!
Zapato!
Zanahoria!
Más te vale zalamero
que te vuelvas pejerrey.


Gabriela Pesclevi

Thursday, April 28, 2011

De mano en mano.




Algunos dicen que mis antecesores son chinos; pasados muchos años, en

1835, llegué a Europa, a Alemania más precisamente. Allí un tal Hermann Ulgh

me tuvo entre sus manos e hizo mi cuerpo más liviano y maleable. Su idea

era reemplazar conmigo al pesado órgano de las iglesias y difundir música

sacra en las plazas. No tuvo éxito, y pasé a las manos artesanas de Hernrich

Band, un cariñoso luthier que dibujó y moldeó mis pulmones: entonces, sí fui

mejor aceptado. Es en honor a Band que comenzaron a llamarme bandunion,

maldoleon, bandonion y finalmente bandoneón.

Durante la guerra europea los alemanes empobrecidos dejaron su país en pos

de América, de la que llegaban promesas de pan y trabajo. A ellos acompañé

y en sus manos viajé.

Desembarqué en los arrabales porteños, sur de la Ciudad de Buenos Aires,

todo olía a malevaje, cuchillos, mujeres de malavida. Una noche acompañé a

dos alemanes al cafetín de Malamuerte.. Ellos pasaron los límites del alcohol

y como pago pasé a las manos del dueño del bar; absorto y desconcertado

me exhibió cual pieza de museo hasta que un negro africano, un tal Sebastián,

que me había visto y escuchado en el puerto, me tocó. Sus manos me

acariciaron. Me llenó de aire y comencé a volar. Mis pulmones emitían sones

extraños para mí y con el tiempo supe que esas notas aladas eran del tango.

Tango. Mientras los hombres esperaban a sus señoritas en los burdeles los

acompañé y ví como se trenzaban en ese baile exótico. El tango se enamoró

de mí y yo de él. Liturgia, música africana, puterío y arrabal. Me encandilé con

lo porteño y los porteños conmigo. A veces no necesito que me acompañe una

orquesta: yo sólo encierro la orquesta. Nadie sabía nada de mí. Nadie. Poco a

poco de mano en mano descubrí y descubrieron lo que yo llevaba dentro. Me

moví y me dejé ser movido. De mano en mano, siempre. Mi vida se rodeó de

prodigiosos, brillantes: Troilo, Leopoldo Federico, Piazzolla,

Algunos me apodaron el fuelle, pero en realidad ya soy bien porteño y me 

dicen el fueye. Fui aclamado y aplaudido.

Ya tengo ficha de identidad. Aquel titubeante comienzo explotó en éxito.

¿Existirán los éxitos y los fracasos? Ahora también femeninas manos suavizan

mis acordes. Otros me escriben poemas y melodías. Hasta me asignaron un

día propio, el 11 de julio, día del Bandoneón.

Y aquí sigo de mano en mano, mano a mano con el tango.

Silvana Bonacci

NICOLAS Y TEODORO






 



Había una vez un perrito llamado Nicolás que llegó a una casa.Era chiquitito y espumoso y se resbalaba por el piso.

Ese era yo.

 Andaba patinando por todos lados porque era tan pero tan chiquitito que cabía en una mano.
Lo primero que hice fue elegir a mi dueña. Porque si ella me elige a mí yo también tengo derecho y me acomodé sobre su pecho y me hice el dormido. Ella estaba acostada leyendo un libro de cuentos de hadas princesas y dragones y se sonaba la nariz porque estaba resfriada.
Cada rato se asomaba una nena y le preguntaba.

-   Mamá, ¿necesitás algo?
-   Un jugo de naranja y una aspirina.

  La nena me alzaba y me daba tres besitos en mi cabeza.
  El papá decía:
               -¡Qué lindo cachorrito!
   La nena decía: gracias papá por el regalo.
   La mamá agregaba: la dueña soy yo porque me eligió a mí.             
   Yo que salí de un criadero lleno de perritos que lloraban todo el tiempo me sentí un rey.
Mis primeros días fueron hermosos. Mi mamá tenía ocho cachorritos como yo. Éramos nueve. Y una señora gorda que nos cambiaba de lugar cada tanto y cuidaba de que no nos aplastáramos.
A los dos días, tres hermanitos habían muerto.
No se sabía de qué.
Y mi mamá estaba todo el día llorando.
Nos olfateábamos todo el tiempo.
La señora gorda tenía una hijita pequeña que venía y nos alzaba.
Mi hermanita se cayó de su mano y se golpeó la cabeza.
Pero se salvó.
Juntaban mi caquita con un papelito y me decían acá no... acá no y yo me preguntaba si no es acá, ¿adónde hago mi caquita? y también estaba el pis y andaban todo el tiempo con un trapo. Me daban leche en mamadera, me compraron una cucha estampada pero terminé durmiendo sobre la cama porque decían pobrecito tan chiquito.
Y mientras miraban televisión me rascaban la panci panci como decía la nena.                
 Fui creciendo y haciendo travesuras... ¡ah, los cordoncitos de las zapatillas!... el gustito de las plantas del jardín... el rollo de papel higiénico. Un día forré todo el piso de la cocina con el papel y después me corrieron y gritaban: ¡ya vas a ver! y todavía me pregunto por qué.
Fue entonces cuando apareció el papel de diario en forma de rollo y me ligué varios golpecitos que no me dolían, pero me asustaban mucho.
                   - ¡Hay que corregirlo! ...¡hay que educarlo!...
       - Es muy chiquito todavía... ¡ perdónenlo!, gritaba la nena.
Pero un día... un día alguien llegó a casa. Era chiquitito y espumoso y se resbalaba por el piso y... y... y no era yo.
Lo primero que hizo fue ocupar mi canasto y me miro como diciendo:
Viste... ahora es para mí.
 Pero lo que más me dolía era que todos lo miraban y decían:
                    Es divino
                    Es chiquitito
                    Es igual a Nicolás cuando era bebé.
                    Es parecido, por algo es el padre...

                  ¿Yo papá? No puede ser.
Si el olorcito que le siento es el de la dueña de mi corazoncito y la dueña se llamaba Blanquita y la trajeron a la casa por tres días para que nos enamoráramos y tengamos hijitos.

Ella era tan linda como la princesa del libro de cuentos que lee mi ama.
Nos dimos unos besitos y yo le decía en su orejita:
¡guaulinda, guautequiero, guaumiamorcito...!

Después no sé por qué pero se la llevaron y yo lloré tres días seguidos.

Seguí mi vida de perro que es muy linda porque todos en esta casa me adoran, duermo en todas las camas, paseo con mi ama que me ama y yo también, pero no quiero ser injusto: todos me quieren y es muy lindo sentirse tan querido.
 Mi ama sabe todo lo que me pasa hasta cuando me duele la barrigita... no, perdón, barriguita ¡cómo me duele ahora porque llegó el bebeperrito y le pusieron Teadoro y yo me muero de rabia! ... a ver... a ver... no, no se llama Teadoro se llama Teodoro y hace todo lo que yo hacía cuando era bebé cachorro.

Comer las hojitas, jugar en los canteros, mordisquear las zapatillas y los cordones que tienen ese olorcito tan rico.

Mi vida desde que llego Teadoro... no, Teodoro... es una vida de perros.

Me duele la barriguita, me tiro al suelo haciéndome el muerto, me subo a mi sillón, pero se me caen las lagrimitas porque a él lo alzan upa y lo besan y le secan el pis y le juntan la caca y yo lo único que hago es mirar y mirar.

Pero ayer sucedió algo. Teadoro... no, perdón, Teodoro lloraba porque no había nadie en la casa, así que pegué un salto y lo fui a buscar al canasto que era miiiiii canasto y ¿qué tenía entre sus patas?  Tenía mi oso rojo que es mío mío y mío. Se lo iba a sacar cuando me miró y le vi una lagrimita en esos ojitos que me hicieron acordar al amor de mi vida, a Blanquita y cuando me arrimé le sentí el olorcito que no era de bebé sino que era el mismo olorcito de ella y de repente entendí por qué decían que yo era el padre y Teodoro mi hijito.
 Entonces me sentí mejor y las cosas cambiaron.
 Le presto mi canasto, tironeamos del oso, lo miro con amor cuando corre y me busca y no le digo nada cuando me tira de las orejas o me muerde la cola.             
Un buen padre juega con su hijito y en la casa todos nos quieren sin hacer diferencias: para los dos el huesito, el churrasco, los fideos moñito, y ya no me importa si Teodoro se come lo de él y lo mío.
               Un padre es un padre.
No veo las horas de que crezca para ir juntos a la plaza y a caminar porque como es tan chiquito todavía le hacen upa, pero ya no me duele la barriguita porque mi ama también me alza un ratito pero yo soy grande y le peso y ella me dice:
             - Nicolás vos sos mi amor no sabes cuánto te quiero.
               Yo la miro y busco a mi hijito. Porque si yo soy su amor, ¿mi hijito qué es para ella? Yo quiero que ella lo quiera tanto como a mí.
Entonces ella, que me lee los ojos, se ríe y dice:
             - A él también lo quiero.
Y entonces soy feliz.
Y Teodoro me mira desde mi canasto y me guiña un ojito.
             Y aunque no la vea más a mi amor, aunque no me la traigan nunca más a la casa, ella me dejó lo más lindo, ustedes ya saben el nombre ... ¿Teadoro o Teodoro?


Silvia Braun
Balcarce 1206
(3000) Santa Fe
Correo electrónico: silviabraun@gigared.com
Teléfono: 0342 4 525 950
Celular: 156 115 931

Antecedentes:
2009/10  No concursa porque sigue escribiendo. Pinta y esculpe. Y estáescribiendo dos novelas sosbre la dictadura militar en Argentina-

2008:  Finalista Premios Literarios Grau Miro 2008 relato Hiperbreve

2008: “PREMIO IBEROAMERICANO EN HONOR A LA EXCELENCIA EDUCATIVA 2008. Lima.
2006: Semifinalista en el Concurso Internacional de Novela “Territorio de la Mancha”   EEUU.

2004: Primer Premio a la Excelencia Humana

2003  Galardonada con el Premio Fundación de Santa Fe a la trayectoria y a los          antecedentes.

2003: Primer Premio Municipalidad de Santa Fe por su novela “Selena”. Premio            publicación.


2002 Mención Honorífica concedida por España por su novela “El límite de la luna”

2001 Primer Premio  en Novela  Concurso“Leoncio Gianello con la                                   Obra “Etelvina qué tenés en la cabeza”organizado por la ASDE (Asociación Santafesina de Escritores). Unica novela premiada por unanimidad del jurado.

1999    Mención especial otorgada por la Escuela Especial Dr. Manzitti por su actividad como Narradora Oral dentro de su unipersonal “Cuenta conmigo” preparando a los discapacitados visuales para desempeñarse dentro de la cuentística oral.

1998     Seleccionada en Cuentos  Antología Literaria “ Dar a Lux”.

1997     Primer Premio en Novela “Municipalidad de Santa Fe”:  “Usted que es tan señora”

1996     Unica Mención Especial en  Novela Concurso “Leoncio Gianello” por “Usted que es tan  señora”.

1996     Seleccionada en Antología de Cuentos Banco Bica  Santa Fe en el género Cuento. Edición agotada.

1995     Primera Mención en Novela Premio “Municipalidad de Santa Fe” con la obra “ Etelvina ¿qué tenés en la cabeza?

1995     Seleccionada en la Antología de la Asociación Santafesina de Escritores.Edición agotada. Cuento: “El bordado”.

1995     Primera Mención en Ensayo de la Asociación de Escritores Santafesinos por “La inserción en la literatura”

1994     Unica Mención de Honor en Concurso de Cuentos “Gente de Letras” de Buenos Aires por “Cuento para el poeta”

1994     Seleccionada en Concurso de Cuentos 75° Aniversario  de la Universidad Nacional del Litoral organizado por la Dirección de Cultura .

1994     Seleccionada en Cuento Concurso Internacional “ Julio Cortázar”. Buenos Aires. Embajada de las Letras.

1994     Primera Mención en Novela por: Etelvina ¿qué tenés en la cabeza? Asociación Santafesina de Escritores.

1994     Faja Nacional de ADEA  de  Mendoza. Premio a Novela publicada. Obra: “Puentes de la Memoria”.

1994     Seleccionada por CERLAC Colombia Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina incluyendo la novela “Puentes de la Memoria” en el Proyecto de Financiación Internacional de Traducciones.

1994     Segundo Premio Internacional en Novela “Mario Andrade”. “Usted que es tan señora” interviniendo Argentina y las Repúblicas de Paraguay, Uruguay y los estados brasileros de Sao Pablo, Paraná,Santa Catarina y Río Grande Do Sul con un jurado integrado por Carlos Villagra Marsal (Uruguay) Elvio Gandolfo (Uruguay) Héctor Tizón (Argentina)

1994     Hucha de Plata. España. Concurso Internacional de Cuentos y finalista para la Hucha de Oro.

1993     Hucha de Plata. España. Concurso Internacional de Cuentos.

1991     Premio en Novela del Fondo Nacional de las Artes “Puentes de la Memoria”.

1990     Seleccionada en el  Concurso Provincial de Cuentos auspiciado por la Subsecretaría de Cultura Provincial. Cuento: “Hombre-pájaro”. Edición agotada.

1989    Mención de Honor Escritores Rafaelinos Agrupados. Cuento: “El temblor”.

1989       Seleccionada en Concurso Internacional de Cuentos, Fundación Givré. Buenos Aires.

1986       Primera Mención en Novela y finalista en el Concurso Internacional San Francisco de Córdoba. Novela “Puentes de la Memoria”.

1985      Mención en Cuento. Concurso Nacional “Septiembre Literario”. Cuento:”El señor Prince.

1984       Primer Premio en Novela “Municipalidad de Santa Fe” .Puentes de la Memoria”.

1984      Mención en Cuento “Premio Municipalidad de Gálvez”.

1984       Primera Mención en Ensayo “Premio Municipalidad de Santa Fe”. “Gabriel García Márquez o la soledad”.

1984       Unica Mención en Novela. Asociación Santafesina de Escritores. Santa Fe.

1984     Segunda Mención en Cuento Sociedad Argentina de Escritores.

1983      Segundo Premio Nacional en Cuento Jujuy sin fronteras. Obra: “Ella”

1982          Mención en Ensayo por la Asociación Santafesina de Escritores por la obra Gabriel García Márquez o la soledad”.

1981          Seleccionada en el Concurso Internacional de Cuentos Fundación Givré de Buenos Aires.

1980            Primer Premio en Cuento “Rosalina Fernández de Peirotén”.Cuento.

1980            Mención en Cuento Asociación Santafesina de Escritores.

1979       Mención en Certamen Nacional de Cuentos Fundación Arcién.