"Cuenten con nosotros"

Proyecto de Cátedra de la cátedra Lenguaje Visual 3 - Fac. Bellas Artes. La Plata

Wednesday, April 27, 2011

Pulgarcita


Había una vez un matrimonio muy infeliz porque no podía tener hijos. Tanta era su tristeza que se pasaban la noche llorando. Y tanta era su desesperación que acudieron a una hechicera para que los ayude. Así fue como la mujer les dio una semilla de cebada y la indicación de plantarla de inmediato.
Ellos siguieron el consejo al pie de la letra y al poco tiempo, brotó una flor muy bella, parecida a un tulipán. Cuando abrió sus pétalos, dejó ver en su interior a una niña tan hermosa como la flor y más pequeña que un dedo pulgar, por eso, la llamaron Pulgarcita.
El papá pintó su cuna de cáscara de nuez y su mamá cosió sus ropitas con hilos de dulzura. Y juntos vivieron felices hasta, una noche de calor y luna llena, un sapo se acercó a la ventana del cuarto de la niña y la descubrió.
—¡Croac! Es tan hermosa que mi hijo se enamorará al verla. Habrá boda antes de que cante el gallo. ¡Croac!
Y dicho esto, la cargó en su lomo y salió a los saltos. La depositó en lo alto de un junco y se dispuso a preparar el festejo junto a todos los animales del pantano.
Pulgarcita miró aterrada a su alrededor y se arrojó al piso. Cayó junto a un escarabajo.
—¡Qué hermosa es! ¡Podría casarme con ella! —dijo el escarabajo.
Y se la presentó a los demás escarabajos como su futura esposa.
—¡Imposible! Los escarabajos se casan con escarabajas, no con bichos de dos patas.
Pulgarcita corrió espantada hasta que, después de mucho andar, se tropezó con un ratón. El ratón la vio tan triste que le convidó un pedazo de la avellana que estaba comiendo, la invitó a su madriguera y le sirvió una taza de té. Pulgarcita le contó su historia.
—Podés quedarte aquí, Pulgarcita.
Y Pulgarcita fue feliz por un largo tiempo. Disfrutaron del sabor a pera del verano y del té de hojas de menta al comenzar el otoño. Y junto con el amigo del ratón, el topo, jugaron todas las tardes a las cartas y rieron hasta la madrugada al resguardo de la lluvia y de los primeros fríos. 
Con la llegada del invierno, una golondrina encontró reparo en la madriguera del topo. Se sentía muy debilitada ya que a estos pájaros las bajas temperaturas les hacen daño. Los tres amigos la ayudaron a reponerse.
Hasta que una tarde, el topo hizo una propuesta.
—¿Te gustaría casarte conmigo, Pulgarcita?
—Querido topo, los dos somos buenos amigos. Pero deseo volver a vivir entre las flores, no puedo seguir aquí, bajo tierra, toda mi vida —respondió ella.
—En breve llegará la primavera y podré salir a volar —dijo la golondrina—. Puedo llevarte a un campo donde las margaritas, lavandas y azucenas crecen a montones...
—¡Quiero conocerlo! —exclamó la pequeña.
Fue así como el topo y el ratón organizaron la despedida, unas viandas para el camino y Pulgarcita a bordo de la golondrina emprendió el vuelo.
—¡Quiero ver esa flor que se destaca de las demás! —dijo Pulgarcita al oído de la golondrina—. ¡Esa de color azul!
            La golondrina atrapó en el aire una flor de panadero, se la dio a Pulgarcita que descendió con ella, como si fuera un paracaídas.
Desde el aire, descubrió entre los pétalos de la flor azul a un hombrecito tan pero tan pequeñito como ella. Tenía una corona en la cabeza y los ojos de la pena. Hablaba solo.
—Todas las flores tienen un rey y una reina. Todas menos esta. Estoy solo, solo, solo. ¡Cómo me gustaría ver llegar a mi amada  y…!
Y no pudo terminar porque Pulgarcita aterrizó delante de su propia vista.
Los dos se enamoraron a primera vista y fueron felices de una vez y para siempre.
A la boda no faltó nadie. Ni el ratón ni el topo y mucho menos el escarabajo y la escarabaja que aprovecharon la oportunidad para presentar en sociedad a sus escarabajitos.

Adaptación del cuento de Hans Christian Andersen por Maru Pons

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