"Cuenten con nosotros"

Proyecto de Cátedra de la cátedra Lenguaje Visual 3 - Fac. Bellas Artes. La Plata

Tuesday, April 26, 2011

EL PASADOR



En Barrio Iponá o San Fernando o Jardín, un viejo habitué del bar más antiguo, tomaba su copa cotidiana en la misma mesilla que ocupa desde hace varios años.
Un hombre caminaba fantasmalmente por la vereda despareja, sus pasos lo guiaron, aún sin saberlo, hasta las puertas del viejo bodegón. Al entrar lo primero que distrajo su ensimismamiento fue una guitarra lustrosa casi artesanal, poco común en ese tipo de ambiente, que colgaba en un rincón detrás del mostrador, donde el “Turco”, dueño del bar, bostezaba mientras contaba la guita de alguna vieja deuda saldada.
El viejo, desde su silla, hojeaba un almanaque amarillo y muy raído por el tiempo, mientras que lo comparaba con otro actual.
En la radio se escuchaba “Luna Cautiva” cantada por alguna voz novata, el viejo miró la guitarra y musitó en voz baja: - tiene que estar en las mismas que cuando él la tocaba -, señalando un retrato del Chango Rodríguez que colgaba de la pared, junto al de Gardel, diciendo casi acontecido – pronto llegará “El Pasador”.
El hombre, a quien llamaban Gallardo, arrimó una silla a una mesa contigua a la del Viejo y luego de un corto saludo le pidió la viola, mostrando gran respeto aclaró que era bastante malo para tocar, los muchachos del “coro de la iglesia” le decían que sus manos parecían muñones. El viejo lo miró, negando con la cabeza y murmuró algo que Gallardo no entendió en principio: - “El Pasador” hará que trajines como nadie por los seis vericuetos de esta guitarra, pero solo podrás hacerlo en esta, que tiene una séptima cuerda que aún no logras vislumbrarla, pero si aceptas rasgarla jamás lograras dejar de hacerlo.
            De pronto la luz dio un golpe y el bodegón se iluminó como un teatro. El viejo colgó la guitarra y se arrimó otro trago, un tanto mas largo y apurado que los anteriores. Gallardo busco al Turco y lo encontró al lado de un hombre de traje negro con martingala que le daba la espalda, al darse vuelta notó una rosa amarilla mustia que pendía de su ojal y un rostro demasiado pálido, misterioso y desencajado, al mismo tiempo que el Turco, temeroso, daba la bienvenida al “Pasador”.
            La tentación era grande, Gallardo no podía dejar de admirar esa guitarra encantadora y enigmática, se diría que tocaba por si misma. La descolgó y al arrancarle el primer acorde hubo un brusco cambio en su rostro, su piel adquirió un tinte ictérico, sus ojos parecían que saltaban queriendo abandonar la normalidad de sus órbitas, sus manos se movían acompasando el ritmo, y sus dedos, cual si fueran piezas de alguna maquinaria perfecta, no se detenían por más órdenes cerebrales que recibiesen.
            Surgió el punteo de luna cautiva y una nota en mi menor que lo impulso a cantarla, pero “El Pasador” se adelanto recitando inmutable, cual si fuese un rezo rutinario, …de nuevo estoy de vuelta/después de larga ausencia/igual que….
            Luego, Gallardo siguió y siguió tocando ese mágico instrumento, sin darse cuenta que era él y solo él, el único instrumento, el incondicional autómata. Ya no podía parar, se iba desgastando, solo miraba pasar generaciones, sus dedos estaban ateridos y dislocados, mas siguió tocando Luna Cautiva invariablemente, ya no tenía otros recuerdos que después del Pasador. 
            Era tarde y hacia frío, solo restaba morir y como una plegaria se le escuchaba al Viejo repetir – y tu corazón Chango Rodríguez, y tu corazón Chango Rodríguez -.
            Después de varias décadas, Gallardo pudo entender aquello de la séptima cuerda, pero fue demasiado tarde, se alejaba cada vez mas en un torbellino de suplicas y lamentos y ya con su ultimo aliento pudo ver la guitarra colgada en el rincón del bodegón, como esperando su próximo “interprete”, vio al viejo sentado en su eterna mesa y al Turco contando la guita de alguna vieja deuda saldada, como al comienzo de su periplo, como si nada hubiese sucedido.
            Según dicen, que alguien muy parecido al hombre del retrato en la pared, lo llevó en un lento vuelo confuso hacia donde no se regresa.

Fabián Molina


El presente texto se hizo en el marco del Taller de Producción Literaria “Empecemos por Casa”.
Fabián Molina es el coordinador del Taller de Producción Literaria “Empecemos por Casa” del IPEM Nº 323 SAN ANTONIO, (Prov. de Córdoba) , que forma parte del Proyecto: Taller de Lectura y Biblioteca Escolar, Comunitaria y Circulante enmarcado en el Programa Escuelas Solidarias de Aprendizaje y Servicio Solidario del Ministerio de Educación de la Nación. Que fuera galardonado con Mención de Honor del Premio Presidencial de la Nación 2005 de Escuelas Solidarias.

También es parte constitutiva del Proyecto Educativo Institucional del IPEM Nº 323 como una actividad obligatoria del área de lengua.

Actualmente se trabaja en un proyecto interinstitucional con el IPEM Nº 310 de Barrio Inaudi coordinado por la Prof. Lucía Mirta Mercado con el propósito de aplicar este programa y un proyecto de tutoría que ya está funcionando en el IPEM Nº 323.

La zona donde está situada el I.P.E.M. Nº 323 “San Antonio” tiene la calificación de Zona de Riesgo (urbano-marginal), ya que existen barrios de familias carenciadas por erradicación de villas céntricas. Además, también posee características propias de rural, ya que está situada a varios kilómetros fuera del anillo de circunvalación sobre vía terminal, rodeada de descampados y quintas de labranza agrícola. Por lo que la vida educativa y cultural de la comunidad ronda en torno al establecimiento.

El taller realizó la edición de un libro que contenía tanto la producción del taller, de los alumnos y profesores como de padres y vecinos escritores y a ante la convocatoria de la materia Lenguaje Visual 3 de la Fac. de Bellas Artes se envió el presente texto.  

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