"Cuenten con nosotros"

Proyecto de Cátedra de la cátedra Lenguaje Visual 3 - Fac. Bellas Artes. La Plata

Tuesday, May 12, 2009

QUIERO UN DUENDE...

-Papá ¿existen los duendes?-preguntó una tarde Sebastián.
El padre, sorprendido, contestó:
-Creo que sí, hijo.
-¿Como el Sombrerudo y el Mikilo?
-Sí, como ésos.
Intervino Candelaria:
-Papi, yo quiero un duende
-Pero, Candi ¿de dónde voy a sacar duendes? No se pueden cazar, ni comprar,
ni pescar. Son seres muy especiales.
Sebastián exclamó:
-¿Qué hacen entonces? ¿O no hacen nada?
- “¿Saben, chicos? Hay dos clases de duendes: los serios y los traviesos. Estos, molestan a la gente. Los serios, trabajan, por ejemplo, cuidan el ambiente.
Les voy a contar lo que le sucedió al duende Mil Til.
Era chiquito, muy chiquito. No duraba mucho tiempo en ninguna parte.
Si iba a cosechar uvas doradas, negras, rosadas, verdes, los vendimiadores lo pisaban.
Cuando cortaba peras o duraznos, le caían en la cabeza y lo llenaban de chichones.
En la plantación de espárragos, se perdía.
El Gran Jefe de los Duendes, al ver su fracaso en el campo, lo envió a la montaña.
Era una montaña nevada, muy alta, donde sus compañeros duendes protegían a los esquiadores. ¡Se hundió en la nieve, y lo tuvieron que auxiliar entre todos!
Todo le salía mal al pobre Mil Til. Probó en el río. Se metió en un gomón lleno de turistas, cayó al agua y, aunque sabía nadar, por poco se ahoga.
Entonces, el Gran Jefe de los Duendes lo llamó y le dijo:
-Mil Til, estoy enojadísimo con vos. Ya has cambiado muchas tareas, y no servís en ninguna. Te doy la última oportunidad: en tres días, debés lograr algo para hacer, y hacerlo bien. De lo contrario, tendrás que irte del País de los Duendes.
Mil Til se puso muy triste, pero no abandonó su proyecto de conseguir un trabajo.
Caminó por un barrio con callecitas de tierra bordeadas por acequias, veredas con álamos, familias arreglando los jardines...y muchos niños. ¡Era encantador!
-Me gusta aquí-, pensó, y cantó su canción preferida. Claro que nadie podía escucharla.
Mil Til fue con los nenes pequeños, que jugaban con cubos, muñecos y autitos. No le gustó.
Pasó por una cancha donde practicaban fútbol. Se quedó un rato, y tampoco le agradó.
En un patio, chicos y chicas corrían con el viejito y la escondida. No le pareció interesante.
Entonces, observó un grupo que andaba en patinetas, triciclos y bicicletas.
¡Esto sí que era divertido!
Siguió a los mayores, los que usaban bicis sin rueditas. Algunos se caían, hasta un nene se raspó la rodilla.
-Yo puedo arreglar esto-, pensó Mil Til.
Y comenzó a correr al lado de un chico, sosteniendo su bicicleta, hasta que aprendió a dominarla. Luego, pasó a otro, y así con todos, mientras no se sentían seguros. El duende cuidaba todos los detalles, y se divertía.
¡Allí quería quedarse! Pero no dependía de él. Al tercer día, se presentó al Gran Jefe de los Duendes, quien se puso muy contento con la noticia.
-Por fin, Mil Til. Me alegra que hayas encontrado un trabajo y lo hagas bien. Allí seguirás, porque te nombraré CUIDADOR DE CHICOS EN BICICLETA.
Y desde entonces, Mil Til, el duende chiquito, vivió feliz y contento. Y así se terminó este cuento.”
Papá suspiró. Candelaria aplaudió. Sebastián, muy serio, dijo:
-Papi ¿todos los chicos tenemos un duende invisible que nos cuida?
-Así es...
Candelaria interrumpió:
-Lo mismo lo voy a llamar para que juegue conmigo... ¿Y me va a contestar?
-No lo sé. Tal vez el duende les responda, pero no en la forma en que contestamos nosotros. En algún momento, cuando sientan un soplo de viento muy suave en sus caritas, un susurro junto a sus oídos, sabrán que Mil Til está a su lado, y no los va a abandonar nunca...
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MIKILO- Duende inquieto y juguetón, de 50 cm. de altura. Mito del Norte argentino. Tiene la mitad de su cuerpo de hombre, y la otra, de perro, pero con patas de gallo, manos enormes y larga cola emplumada. Se esconde tras las rocas solitarias de la Puna, y en los manantiales. Le han oído tocar la guitarra y cantar.
LIDIA MARÍA FORMIGA DE TOSCO
lformigatosco@yahoo.com.ar

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