"Cuenten con nosotros"

Proyecto de Cátedra de la cátedra Lenguaje Visual 3 - Fac. Bellas Artes. La Plata

Thursday, April 12, 2012

Ese lunes



  
Ese lunes habré tomado, a ver… creo que fue el tren de las cinco y setenda y dos. Sí, porque era verde con lunares blancos.
Como tengo abono mensual, no tuve que sacar pasaje. Subí y me acomodé antes de que arrancara. Aunque igual, a ese tren se puede subir y bajar en movimiento y no está prohibido sacar la cabeza por la ventanilla ni apoyarse en las puertas del lado del andén.
Yo iba eligiendo y, como cada lunes, me bajé en la estación que más me gustó. Y busqué un kiosco en el andén.  Lo encontré. Vendían chicles de batata, alfajores de dulce de cardo, turrón de choclo, garrapiñadas de cuero, qué sé yo. Al final me llevé una bolsita de plumas merengadas, de lo más esponjosas. Y salí de la estación y empecé a recorrer.
Por suerte, las veredas se podían navegar sin inconvenientes y pude ver que algunos árboles todavía usaban pantalón corto y que casi todos los semáforos necesitaban una afeitada urgente. En las vidrieras se podían plantar hélices de aviones, pero en los jardines no, porque justo estaban floreciendo los fideos.
Me puse a sacarle fotos al plumero ilustre de la plaza principal, cuando empezaron a llover papas fritas de diferente grosor.
Por suerte, una señora me invitó a entrar en su casa hasta que parara un poco. Yo la reconocí enseguida por el color de las uñas: era la madre de mi amiga Paulita, así que acepté.
Entramos esquivando papas fritas, cuando ¿qué veo? A Paulita llorando vinagre.

-¡Van a venir los Inspectores de Aves Cluecas!- moqueaba- ¡Nos van a echar del país!

Yo no entendía por qué y no entendí hasta que Paulita me llevó a su cuarto. Abrió la puerta de la mesita de luz y ¿qué había?... una gallina bataraza. Y ¿qué le habían nacido?.. seis pollitos.
La madre se puso a llorar jugo de limón.

-¡¡Cómo pollitos!! ¿No habrá estado empollando huevos, no?

-Ssssí…- se avergonzó Paulita- Le puse seis…

Ah, la tuvimos que retar entre la madre y yo.

-¡Sos un desastre! ¡Un desastre! Si le ponés seis huevos, ¿qué pretendés que le nazcan, a ver?

A Paulita le dio otro ataque de llorar vinagre y la madre lloraba lechuga amarga.
En eso, el timbre.
Corrimos a espiar por la ventana. ¡Y eran los Inspectores de Aves Cluecas!
La madre se secó con un repasador las lágrimas amargas de lechuga y los fue a atender. Les sirvió jugo de triciclo con bocaditos de corcho en almíbar para darnos tiempo.
Había que encontrar una solución muy rápida y ¡ya está!
Convencimos a la tortuga de agua para que se hiciera cargo de los seis pollitos y, en el nido de la gallina acomodamos:

*Una naranja celeste.
*Un jarrón chino.
*Un casco de astronauta.
*Dos saleros.
*Y una sandía chica.

La gallina se echó justo a tiempo porque los Inspectores, mascando el último corcho, entraron a inspeccionar. Todo en regla: sellos, fecha, firma y chau.
A la media hora nacieron: un canario flauta, un sapo violeta, un ciervo, dos pantuflas y un bombero voluntario.
A Paulita y a su madre las condecoró el Municipio y me lo estaban agradeciendo con lágrimas de extracto de vainilla, cuando vi que perdía el tren. Tuve que correr para alcanzar el de las veintisiete y treinta y dos.
Desde la ventanilla las saludé con el pañuelito de arena movediza que me había bordado la mamá de Paulita. Con hilos de corazón de alcaucil lo había bordado. Y de un color tirando a silbidito pálido.
Hermoso, la verdad. Hermoso color.

                                                                      
Iris Rivera

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