La otredad del gato
Un día el gato se despertó cansado de ser gato. Salió con lenta parsimonia al jardín y oyendo el canto de los benteveos quiso ser un pájaro. Sus finos pelos tranquilamente podrían pasar por plumas y afinando un poco, el miau podía llegar a ser un canto. Dos golondrinas se le acercaron desconfiadas, pero viendo que hablaba en serio, intentaron ayudarle a volar sosteniéndolo con sus picos de las orejas. El gato se aguantó el tirón y logró levantar vuelo, pero se dio cuenta de que volar le producía un mareo tremendo. Por eso ni bien aterrizó decidió ser perro. Y allá se fue al cerco, a ladrar a todo el que pasaba, poniendo especial énfasis en el cartero, como corresponde a un buen perro. Pero se cansó de ladrar y pensó en ser un ratón, lo cual descartó enseguida ya que uno no puede transformarse en su comida preferida porque corre el riesgo de morderse una pata o la cola en el menor descuido. Entonces pensó… y pensó… en algo que le gustara realmente mucho y se acordó de la siesta en el sillón. Y fue gato.
Moira Russo
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