"Cuenten con nosotros"

Proyecto de Cátedra de la cátedra Lenguaje Visual 3 - Fac. Bellas Artes. La Plata

Sunday, May 17, 2009

Como dos pájaros

Hacia ya dos días que había pasado la fiesta de cumpleaños y en el patio, junto a unas guirnaldas desteñidas por el sol, estaba atado el único globo que no consiguió dueño.
Nadie lo había querido. Todos los otros globos habían sido elegidos y unas manos ávidas de juegos y travesuras se los habían llevado. A él …no. Una pena grandota y redonda lo fue envolviendo. La soledad burlista le hacía muecas. Ya se estaba desinflado y su piel de goma se iba arrugando un poco por falta de aire y un mucho por sobra de tristeza.
Pero también hacía dos días que Vientito Picarón (el hijo pícaro de doña Brisa y don Viento) estaba espiando . Él estaba acostumbrado a los rezongos de la gente, a los insultos de los señores con peluquines; a los desprecios de las señoras que barren veredas en otoño, de las mujeres con faldas anchas, de las jovencitas delgadísimas que tienen que salir con un ancla para que nos la eleve por el aire…
Pero eso no le importaba porque él sabía del cariño de los chicos y los barriletes, de los veleros y sus navegantes, de las señoras que lavan ropa y esperan que se seque rápido, de las hoja secas que salen a bailar con él su danza de otoño, de los peluquines que se ríen a carcajadas entre tanta vida aburrida tapando peladas … él sabía que así es la vida y no se deprimía y siempre estaba poblado de ilusiones y esperanzas.
Como ya hacía dos días que estaba espiando a Globito , tuvo una idea…con sus manos de aire desató el hilo que lo hacía prisionero, lo infló de ternura y lo invitó a realizar un paseo.
Así fue que esa tarde los dos salieron de excursión. Globito se sentía libre y feliz, pero temía que por tanta alegría se fuera a reventar. Vientito Picarón también se sentía feliz porque había encontrado un amigo para compartir sus soledad y picardías.
Muy despacio cruzaron el barrio. Confundieron al gallito de la veleta que se quedó girando con la boca abierta. Asustaron a la campana de la iglesia que se quedó muda por un largo rato. Tuvieron mucho cuidado con los cables de la luz y del teléfono… ¡no fuera a ser cosa que los tomaran prisioneros!.. Entre charlas y risas llegaron al parque de don Evaristo.
¡Qué lindo era ver a Globito en el sube y baja y a Vientito Picarón en el tobogán!.¡Cómo giraron en la calesita y volaron en las hamacas!

De allí fueron al centro a ver vidrieras. Se sentaron a descansar sobre las letras apagadas de un cartel luminoso y llegaron a la conclusión de que estaban muy cansados, no de viajar sino del bochinche, de las voces, las bocinas, motores… en fin, del bullicio de doña ciudad y decidieron escapar de allí.

Se elevaron bieeen altoooo para poder descubrir entre tantos edificios gigantes el camino abierto y amplio del campo. Con mucha dificultad lo encontraron y para allá salieron volando.
Vientito Picarón llevaba a Globito a un mundo desconocido y extraño.
Doña ciudad iba quedando atrás con su arquitectura almidonada, sus mil voces de máquina, su sonrisa de luces artificiales.
Los dedos de alambre de un millar de antenas los saludaban como si de pronto el techo de la ciudad fuese el esqueleto de un abanico de plata.

Así empezaron a alejarse, pero todavía faltaba lo más peligroso… pasar por la zona de las fábricas. Vientito ,ya experimentado, propuso juntar todas sus fuerzas para volar lo más alto posible. A globito le temblaba su colita de hilo, un poco por miedo y otro por emoción.
A medida que se acercaban se oía un ruido infernal, como si rugieran cientos de leones enjaulados y despidieran por sus grandes bocazas todo el humo de sus enojos. Cada fábrica tenía enojos de distintos colores porque por las chimeneas salían humos negros, grises y con olores tan fuertes que los árboles de allí crecían debiluchos y con un broche en la nariz.

Vientito Picarón y Globito juntaron sus fuerzas y sus aires para traspasar la cortina de humos y …
¡ ZUmmmmmmmm! ¡ZUmmmmmmmmm! ¡Cofffffffff…….coffffffffffff!
A las tosidas, estornudos y todos tiznados de hollín pudieron llegar al otro lado..
Tenían la cara y el cuerpo sucios, con huellas de tizne, pero con chispas de felicidad y ahora ante sus ojos vestidos de asombro, el campo le abría sus brazos maduros de soles y semillas.
Apenas los vieron, una chiquilinada de gorriones, los invitó a jugar a la rayuela mientras la tarde -cansada de arrastrar su vestido de sol por las cosas- se iba recostando sobre una cama verde de alfalfa que ahora lucía contornos dorados.
Los gorriones volaron a sus nidos y desde los surcos de la tierra comenzó a nacer la paz y el silencio. Un olorcito a poleo y peperinas iba subiendo por las escaleras del atardecer.

Vientito Picarón y Globito estaban cansados, sucios, felices, radiantes , queridos, aceptados, libres…
Así los descubrió la luna en la rama de un arbolito. Un ovillo de ternura , dos vuelos de esperanza… Dormían abrazados.
Eran dos pájaros sin alas, entibiando un nido abandonado.

Vilma Novick Freyre
brujiskaya@gmail.com

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